martes, julio 19, 2005

Caracteristicas neuroticas

De no haber sido por la personalidad obsesiva del científico estadounidense Tomas Alba Edison, que realizó 10.001 intentos antes de llegar a la versión definitiva del bombillo, la historia de la humanidad sería distinta. Sin sus delirios de grandeza que rayaban en el narcisismo, Picasso no habría sido el monstruo de la pintura que ha consagrado la crítica. Si Marilyn Monroe no hubiera explotado sus dotes histriónicas y su carácter exhibicionista, la modernidad se habría quedado sin uno de sus grandes íconos.

Las grandes debilidades humanas –trastornos neuróticos o de la personalidad– pueden jugar a favor de quien los padece en el mundo laboral. Un ejemplo son las personas que sufren neurosis, un trastorno mental que –según la Clasificación Internacional de Enfermedades, CIE-10–, se caracteriza por ansiedad excesiva, histeria, fobias, obsesiones, compulsiones y depresión. "Desde jóvenes tenemos intuiciones sobre aquellas labores que preferimos o descartamos –dice la sicóloga Adriana Contreras, jefe de Admisiones de la Escuela de Administración de Negocios (EAN)–. Mientras más conciencia tengamos de nuestro perfil sicológico, mejor partido podremos sacarles a nuestros defectos".

En el campo laboral, personas con trastornos de la personalidad pueden jugar un papel clave y ejercer influencia positiva. "Todos tenemos rasgos neuróticos en alguna medida, pero una persona que tiene a su cargo personal operativo, obreros u otros empleados de menor rango que el suyo, necesita una mayor dosis de neurosis para dirigirlos –dice Silvana Iannini, especialista en recursos humanos–. Pensemos en una obra civil en la que el ingeniero sea pasivo y retraído. Sería un caos total"
Las neurosis tienen diversas manifestaciones, y una de ellas es la personalidad histérica que se caracteriza por el dramatismo, la teatralidad en el comportamiento y la tendencia a llamar la atención con sus conductas sexuales. "Los grandes actores y actrices suelen tener un rasgo histérico muy marcado porque su oficio les exige mover a otros a través de sus emociones –dice Augusto Ocampo, sicólogo clínico–. También es bueno para ellos porque la actuación les da la oportunidad de exteriorizar su dramatismo, su facilidad para llegar a las lágrimas y para reír al minuto siguiente".

El narcisismo, un sentido desmesurado de la propia importancia, es otro rasgo neurótico. El narcisista tiende a exagerar sus éxitos y sus talentos, alimenta sus fantasías de poder y brillantez; es exhibicionista y, por lo tanto, necesita estar rodeado de constante atención y admiración. Le viene bien un trabajo que le permita ser centro de atención y por eso son excelentes para los cargos directivos, la política, los negocios, el arte y el mundo del espectáculo en general.
Las personas con trastornos obsesivo-compulsivos, que se caracterizan por el orden estricto y la puntualidad, exagerado detalle en sus tareas, rigidez, terquedad, perseverancia, autocontrol excesivo y tendencia al moralismo, son útiles en el trabajo. "Recuerdo el caso de un cajero que, además de ser honesto, siempre tenía los billetes como nuevos, planchados, ubicados por la misma cara y ordenados según el número de serie –cuenta Felipe Peña, director de recursos humanos de Amway Colombia–. Este tipo de personalidad es muy apreciado en cualquier oficio"

Si el trastorno es demasiado marcado, se trata de una personalidad anancástica, cuyas características son el perfeccionismo, el exceso de escrúpulos, la obstinación y la extrema rigidez. El trastorno puede estar acompañado por pensamientos o impulsos repetitivos que pueden entorpecer la habilidad para obtener una visión general de los problemas. Les prestan tanta atención a los pequeños detalles, que tienen dificultades a la hora de tomar decisiones por un temor patológico a no alcanzar la perfección. Sin embargo, son excelentes para los oficios rutinarios, como los asociados con el control de calidad y la producción en serie, en los que desarrollan altos niveles de perfección.

Por otra parte, están las personalidades esquizoides, propias de personas retraídas, muy poco agresivas, que se aíslan de los demás y se entregan a placeres solitarios o a proyectos intelectuales. Se desempeñan bien en trabajos que no requieren contacto con otros, porque su rendimiento es inversamente proporcional al contacto social. Son ideales para el trabajo científico o labores que exijan gran concentración y el mínimo contacto con otras personas. La contabilidad, la electrónica, los sistemas y la investigación son terrenos propicios para su desempeño laboral.

En cuanto a las personalidades asténicas o dependientes, ceden muy fácilmente a los deseos de los demás, permiten que otros asuman la responsabilidad y tienen la tendencia inconsciente a manipular a sus jefes para sostener y reforzar los lazos de dependencia. No tienen madera de líderes, pero son ideales como empleados operativos y de confianza, asistentes y dependientes.

Las personalidades, aun las neuróticas, determinan los pensamientos, las preferencias y las acciones de las personas en todos los niveles. Constituyen un enfoque particular del mundo que, a su vez, determina la forma como se comunican y relacionan con los demás. Así pues, aunque la personalidad de cada individuo es compleja, conviene a gerentes, administradores y directivos conocer las de sus empleados, porque eso les permite sacarles el mejor partido para mejorar su desempeño en la organización. Zapatero a tus zapatos.

El cargo que desempeña una persona puede terminar incidiendo en su comportamiento y su forma de ver la vida. "Conozco personas que se han dedicado muchos años a labores policiacas, forenses o relacionadas con delitos y corrupción, que terminan desarrollando trastornos paranoides –afirma el sicólogo clínico Augusto Ocampo–. Es decir, suspicacia, desconfianza injustificada, sentimientos de amenaza permanentes o celos patológicos".

De ahí la importancia de que las personas reflexionen sobre las características del trabajo, pues es una forma de identificar la forma como afecta su personalidad. "Por encima de todas las demás virtudes –concluye Ocampo–, el equilibrio es la principal cualidad en el mundo laboral".