El lunes en la tarde me senti algo cansado. Me despedí de mis compañeros de viaje para dirigirme antes al departamento. Tomé la Línea 10 en Puerta del Sur. Al entrar al Metro, un grupo de chicos empezaron a decir: «Vamos a matar sudacas»; se levantaron y recorrieron el tren en busca de su objetivo.
Pero en Cuatro Vientos se montó un peruano. Le metieron el pie para que se cayera, le decían «puto sudaca, vete de mi país»; uno de ellos se levantó, le enseñaba los dedos con un montón de anillos de oro y se los pasaba por la cara. Yo me iba a meter a ayudarlo, pero la señora que estaba a mi lado me aconsejó que no lo hiciera.Afortunadamente, por el color de mi piel y por el color de mis ojos, no parezco sudamericano, pero había un chico de unos 17 años, creo que colombiano, y la tomaron con él. Iba con sus amigos españoles y lo dejaron en paz.
En la siguiente estación se subió una señora sudamericana. Le tiró el paraguas al acosador y le recriminó su actitud. Al fin, el resto de pasajeros al ver que el chico iba a agredir a la mujer, se indignaron, se levantaron y se enfrentaron a la pandilla.
La gente se puso nerviosa, y los chicos empezaron a desmentirme casi entre sollozos, cuando pedí que se los ate y entregue a las autoridades. Al final se bajaron, y llegue tranquilo a mi destino.
Aca en Madrid la cosa esta jodida. A los Ecuatorianos no los quieren nadita.
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