Después de la II Guerra Mundial, el panorama científico cambio de forma drástica. El positivismo estaba decayendo; la mecánica cuántica y la relatividad habían demostrado ser ambos poderosos instrumentos de control; la cibernética, los ordenadores, la televisión provocaron una revolución técnica, bajo la cual la física clásica perdió su hegemonía previa. Un nuevo clima epistemológico, más abierto y plural, se dejó sentir en la ciencia. Después de la caída de la hegemonía del paradigma newtoniano, surgieron otras alternativas y por consiguiente la consciencia empezó a volver de su exilio poco a poco. Al abrigo de esta situación, era posible iniciar un acercamiento mejor y nuevo de la psicología a la cultura y a la consciencia. El paradigma newtoniano en el cual se había inspirado la psicología científica moderna hacía cien años, había dejado de ser moderno. Más bien siguió siendo moderno en un momento postmoderno. Incidentalmente, permítanme que les recuerde que cuando la psicología empezó a modernizarse, la modernidad estaba finalizando su periplo. El año que Wundt publicó su libro de gran influencia Grundzüge der physichologische Psychologie (1874) fue también el año en el cual, de acuerdo con Toynbee, terminó la modernidad y empezó la postmodernidad. Y todavía más importante para nosotros, aunque los últimos años del siglo pasado marcaron el fin de la hegemonía de la mecánica clásica, nuestra ciencia todavía se apoya en ella en gran medida. Teóricamente, las circunstancias estaban dadas para probar alternativas epistemológicas nuevas, pero éste no era realmente el caso. El viejo paradigma continuaba funcionando más o menos como siempre, a pesar de las posibilidades que la situación ofrecía para resolver algunos de los problemas endémicos de los cuales hemos hablado.
De hecho, las nuevas alternativas de la ciencia habían empezado a surgir alrededor de 1900. A continuación, la mecánica clásica empezó a perder su posición hegemonía en la física. Ernst Mach y sobre todo Max Planck iniciaron la deconstrucción de algunos de los principios básicos de la física newtoniana. La relatividad del tiempo y el espacio, y la discontinuidad implícita a la teoría cuántica eran dos golpes fuertes para el modelo clásico de la ciencia natural. Al poco tiempo, se refutó la creencia en una observación independiente de la teoría, y Heisenberg estableció los principios de incertidumbre, de no-localidad, y terminaron con la hegemonía del atomismo en la física. Más tarde, Prigogine demostró que, después de todo, la cuestión "inanimada" de la mecánica clásica no era tan inerte como se suponía. Todo esto significó que la era del mecanismo clásico había desaparecido en la segunda mitad de nuestro siglo. Gente como Kuhn y Feyerabend habían indicado los sesgos y limitaciones de cualquier paradigma científico (incluyendo, por supuesto, el newtoniano). Luego el modelo de ciencia asumido por la psicología moderna hacía cien años, definitivamente se había perdido. En la segunda mitad de nuestro siglo estas alternativas científicas que aparecían eran por lo menos tan fiables como la mecánica newtoniana, y más abiertas que ésta a una psicología contemporánea de la complejidad. Sin embargo, por extraño que parezca, las nuevas oportunidades no suscitaron mucho interés entre los psicólogos, y la mayoría de ellos siguieron fieles a los preceptos del viejo paradigma: no finalidad, no instrospección; y nada asociado con la filosofía, humanidades a las ciencias de la cultura en general.
La cuestión es de alguna forma desconcertante. Puede que, merezca la pena especular sobre las razones de este rechazo.
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