Dios y la ciencia
Esto que acabo de mencionar es un problema para muchos. Los ateos que lo lean dirán que es como abandonar el campo; los teístas dirán que efectivamente es un abandono del campo, y que la única solución para esta ignorancia, solución que no queremos aceptar, es Dios.
Sin embargo, esto proviene una confusión sobre el papel de la ciencia. Nadie dice que la ciencia tenga que ser una religión, o que deba tener todas las respuestas. La ciencia formula teorías. Una teoría no es, como dijo Isaac Asimov refiriéndose a lo que piensan los fundamentalistas, una idea que uno armó después de una noche de borrachera. Una teoría es una estructura formal que resume observaciones, plantea hipótesis y las explica tentativamente, haciendo predicciones que pueden ser testeadas. Karl Popper, un estudioso y filósofo de la ciencia, decía que una buena teoría debe ser falseable, o sea, que debe poder probarse falsa de alguna manera.
Por ejemplo, la teoría de Newton sobre las fuerzas y la gravedad explica los movimientos de los planetas y permite predecirlos. Si un planeta comenzara a moverse de una manera distinta a la predicha, entonces la teoría de Newton resultaría falseada. Newton, siendo un buen científico, no insistiría, no instituiría un dogma ni quemaría a sus "herejes" en una hoguera, sino que se pondría a corregir su teoría. Tal como resultaron las cosas, la teoría de Newton fue falseada por la de la relatividad, de Einstein, cuando se descubrió que el perihelio del planeta Mercurio (el punto en que está más cerca del Sol se desplazaba levemente en cada órbita. La pequeñísima desviación provenía de los efectos relativistas provocados por la inmensa masa del Sol y la elevada cercanía y velocidad orbital de Mercurio. Desde luego, la teoría de Newton sigue siendo válida (una muy buena aproximación) para todo el resto de los planetas, al igual que para los objetos en la Tierra; sólo hay que recurrir a la relatividad cuando se requieren medidas muy precisas, como las de un posicionador GPS.
Culpar a la ciencia de querer conformarnos con teorías en vez de con hechos ciertos es reflejo de una gran ignorancia, al igual que presentar teorías como hechos. Pero peor aún es pretender que, como la ciencia no da seguridades, debemos abandonarla y confiar en la religión, explicando lo desconocido o dudoso con un simple y generalizante "Dios lo hizo".
Incluso nuestro lenguaje refleja cómo en realidad sabemos que esto es ridículo. "Dios sabe" significa "no tengo idea". "Dios proveerá" significa "confío en que algo me sacará del lió". "Dios lo va a castigar" significa "va a salirse con la suya mientras viva". "Dios lo hizo" quiere decir que no sabemos cómo se hizo, y no nos importa saber; que confiamos tan poco en la inteligencia y la capacidad humanas que creemos firmemente que jamás habrá manera de saber.
Este Dios que ocupa los huecos de la ignorancia humana es conocido, apropiadamente, como "el Dios de los Huecos" (en inglés, "God of the Gaps"). Dado el avance de la ciencia en los últimos siglos y en particular durante el último, este Dios se ha estado encogiendo a un ritmo alarmante para muchos. Algunos se encierran en lo antiguo, como los fundamentalistas que obligan a sus hijos a abstenerse de leer y ver TV salvo para leer la Biblia y ver programas de adoctrinamiento. Otros, más astutamente, hacen como que aceptan a la ciencia, pero le adosan la fe como "complemento" (cuando en realidad la fe y la ciencia se contradicen en su misma base) y adornan las teorías científicas en boga con aditamentos teológicos. Éste ha sido el camino seguido por la Iglesia Católica.
Debe quedar claro que Dios y la ciencia no son incompatibles; sí es incompatible el método científico con los principios que llevan a los creyentes a estar seguros de que su Dios es el Único Dios Verdadero, o incluso que su Dios es todo lo que dicen que es. La fe es creer sin pruebas o a pesar de las pruebas; la ciencia es creer en las cosas que han resistido las pruebas con éxito, y guardar silencio sobre lo que no se sabe. Dicho con esas palabras, obviamente, la ciencia es en principio puro sentido común (aunque no siempre).
Argumentos de autoridad
Supongamos que decidimos prescindir de la fe y de la ciencia. No lo recomiendo, pero en fin, ¿por qué creemos en algo, la mayoría de los seres humanos, antes de haber ido a la escuela? Creemos en lo que nos dicen nuestros padres, nuestros primeros maestros. Absorbemos lo que nos dicen y lo incorporamos a nuestra moral, a nuestra conducta, a veces para siempre. Estamos hechos así porque el ser humano nace relativamente muy "incompleto": no puede caminar solo, ni alimentarse por su cuenta, ni comunicar más que apetitos y deseos básicos. Físicamente, somos absolutamente desvalidos, y mentalmente, no somos más inteligentes que los otros animales. Obramos de manera instintiva, pero menos que un chimpancé, y mucho menos que un gatito o una cachorro de ardilla, ni hablar de un cocodrilo bebé. Tenemos mucho que aprender, y rápido, porque lo que hará de nosotros seres humanos y no meros animales medio torpes es nuestro cerebro. Por lo tanto, durante nuestros primeros años nuestro cerebro es como una esponja, que todo lo absorbe sin más; en esta época se crean nuestros hábitos y condicionamientos.
A veces las consecuencias de una "programación" errónea durante la niñez son terribles. Los traumas, las inhibiciones, todo queda grabado de manera indeleble o casi indeleble sobre nuestras mentes. Si mamá nos golpeó muchas veces, es casi seguro que nuestro cerebro infantil grabe el mensaje de "para obtener obediencia, hay que golpear", y que de adultos golpeemos a nuestros hijos.
La religión es una de esas cosas que heredamos, queriendo o no, de nuestros padres. Los creyentes no deben nunca olvidar que, en su mayoría, son miembros de la "verdadera" religión por pura casualidad, por haber nacido en un hogar y un país determinado, no por su fe o su buen juicio.
Otros factores influyen para que aceptemos nuestra religión. No sólo nuestros padres nos educaron en ella, sino que gente a la que admiramos la sigue también. Es aceptada en la sociedad. Sus sacerdotes son considerados gente especial, distinta, más cercana a Dios, y ellos predican esa religión. Algunas religiones, como el catolicismo, tienen figuras (vivas o muertas, reales o míticas) que hablan con toda autoridad de las bondades de la religión. ¿Cómo nos atrevemos los ateos a renegar de lo que nuestros padres nos enseñaron, de lo que dicen los sacerdotes (que literalmente estudiaron para ser intermediarios de Dios), de lo que dice un Papa, un Gran Rabino, un Swami, una Teresa de Calcuta, un Martin Luther King, un Mahatma Gandhi?
La verdad es que todas estas figuras y muchas más han dicho cosas inspiradoras y han jugado un papel importante en el mundo, pero todos ellos han sido humanos, con sus propios prejuicios y sus propios condicionamientos, y tan falibles como cualquiera. Con mayor o menor tolerancia, con fines transparentes u ocultos, han hablado de lo que está bien para ellos; nada hay que nos pruebe fehacientemente que hayan hablado de parte de Dios, o según la voluntad de Dios. Tampoco las sagradas escrituras en que pueden haberse basado, aunque tengan parte de verdad y de utilidad y de sentido moral, son inspiradas por Dios, a menos que creamos lo que ellas mismas proclaman (lo cual es una forma de argumentar en círculo).
Personalmente no creo en las instituciones que dicen conocer a Dios porque, si hubiera un Dios (el que no crea en ninguno no es un obstáculo para proponer hipótesis), Él probablemente sería una entidad muy compleja, y tengo la fuerte sensación de que no seríamos capaces de entenderLo si Lo encontrásemos. Los teístas generalmente están de acuerdo con esto último (excepto la parte condicional del final), pero sus autoridades tienden a olvidarse. Los clérigos y los teólogos hablan sobre Dios como si Él fuese un objeto concreto que han estudiado y una persona a la que han conocido íntimamente por años; esto estaría muy bien, y yo me sentiría inclinado a aceptar sus dichos, si pudieran al menos mostrarme pruebas de que este objeto o persona es real para empezar. De otra forma, todo puede ser un simple juego de la imaginación.
Motivos para creer
Mi lector creyente debe estar en este punto, y muy comprensiblemente, cansado de filosofía y argumentos. Estoy de acuerdo. No es por esto que no creo en Dios, en realidad. Éstas son las razones que puedo dar cuando la gente no entiende nada más, aunque suenen más bien como excusas complicadas.
La existencia de Dios es difícil (yo diría imposible) de probar. Dios es una hipótesis increíblemente complicada. Dios no puede percibirse con nuestros sentidos normales salvo cuando realiza un milagro, y entonces no podemos saber si en realidad fue un milagro. Es más sencillo (más económico, se dice en términos científicos) suspender la creencia en Dios, ya que es tan difícil de probar y aparentemente tan difícil de entender. Por lo tanto, los ateos estamos del lado bueno del argumento: como ya dije antes, no necesitamos probar nada. Esa carga descansa sobre el creyente.
Las explicaciones de mi descreimiento son sólo para clarificar, para poner las cosas en orden, y para exponerlas ante los que dudan y necesitan ayuda (como yo en un momento). No necesito ninguna de ellas, en realidad. No es que no crea en Dios porque haya estudiado estos complicados argumentos; ellos vinieron después. Así que ¿cuáles son mis motivos?
No creo en Dios por la misma razón por la que no creo en otras cosas que la gente común no cree, como Papá Noel o la generación espontánea. Papá Noel no existe; no puede existir en nuestro universo, por ciertas razones. Quiero preguntarle al creyente de qué manera es diferente Dios que Papá Noel. Después de haber logrado de alguna forma refutar los argumentos naturales y filosóficos, todavía se puede decir que uno "siente" a Dios "en su corazón", siente que no puede dejar de existir. Pero cuando uno era un chico, sentía a Papá Noel en el corazón, tarde, en la noche de Navidad... y eso no significa que haya sido verdad. Simplemente era un anhelo, un ideal infantil. Pero el mundo es mucho más duro que eso.
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