
El dia sabado 12 de Diciembre a las 15:30, mediante cesàrea en la clinica BB, nacio Domenica Nicole Polo Mendoza, pesando 8 libras y midiendo 50 centimetros.
Luego de ver semejante noticia, no he podido quedar indiferente. La noticia ya es vieja, por así decirlo, sin embargo, no ha sido sino hasta hoy que navegando por varios blogs me enteré de esta injusticia: artista conceptual deja morir de hambre y de sed a un perro callejero dentro de una galería haciendo de esto mismo una pieza para la exposición de su arte. No importa que el perro al final no haya muerto como se creyó al principio, de cualquier manera el sólo hecho de amarrarlo durante tres horas dentro de la galería y frente a él pegar croquetas en la pared para que no las pueda alcanzar es un maltrato al perro. Sí, esta es la manera en que Habacuc Guillermo Vargas Jiménez, mejor conocido como HABACUC, hace su arte. Digo: “su arte”, porque ni siquiera los exponentes más sobresalientes del Dadaísmo (movimiento antiarte) como Marcel Duchamp (1987-1968) hicieron de su arte o antiarte un pretexto para torturar a un ser vivo. Tampoco hay precedentes de este tipo en movimientos antiarte como el Artcore u otros artísticos como (más relacionado con el Dadá) el Arte Conceptual, el Performance Art y la vanguardia contemporánea, entre ellas la Acción Poética, de esta última extraigo uno de sus principios:
Principio de transgresión:
Fuente: Acción poética
Ahora bien, si lo que pretende Habacuc es escudarse en el discurso de que su agresión hacia el perro es algo posconceptual, tampoco en ese contexto encuentro nada válido que sustente tal acción. No obstante, pensar que se escudaría en tal argumento es algo que se le ha ocurrido a un servidor, pero la verdad es otra. Aquí las palabras de Habacub:
“Me reservo decir si es cierto o no que el perro murió. Lo importante para mí era la hipocresía de la gente: un animal así se convierte en foco de atención cuando lo pongo en un lugar blanco donde la gente va a ver arte pero no cuando está en la calle muerto de hambre. Igual pasó con Natividad Canda, la gente se sensibilizó con él, hasta que se lo comieron los perros”, dijo.
Luego añadió: “Nadie llegó a liberar al perro ni le dio comida o llamó a la policía. Nadie hizo nada”.
Justifica su falta de ingenio para manifestarse de otra forma: “Recojo lo que miro… El perro está más vivo que nunca porque sigue dando qué hablar”, dijo.
Las palabras antes citadas fueron tomadas del blog: http://guillermohabacucvargas.blogspot.com/
El experimento de Miller-Urey representa la primera demostración de que se pueden formar espontáneamente moléculas orgánicas a partir de sustancias inorgánicas simples en condiciones ambientales adecuadas.
En 1953 Stanley L. Miller (1930-2007), un estudiante de doctorado de la Universidad de Chicago propuso a su director Harold Urey, realizar un experimento para contrastar la hipótesis de Aleksandr Oparin y J. B. S. Haldane según la cual en las condiciones de la Tierra primitiva se habían producido reacciones químicas que condujeron a la formación de compuestos orgánicos a partir de inorgánicos, que posteriormente originaron las primeras formas de vida. Urey pensaba que los resultados no serían concluyentes pero finalmente aceptó la propuesta de Miller. Diseñaron un aparato en el que simularon algunas condiciones de la atmósfera de la Tierra primitiva. El experimento consistió, básicamente, en someter una mezcla de metano, amoníaco, hidrógeno y agua a descargas eléctricas de 60.000 voltios. Este experimento dio como resultado la formación de una serie de moléculas orgánicas, entre la que destacan ácido acético, ADP-Glucosa, y los aminoácidos glicina, alanina, ácido glutámico y ácido aspártico, usados por las células como los pilares básicos para sintetizar sus proteínas. Este experimento fue clave para comprobar la Teoría del caldo primordial para el origen de la vida.
En el aparato se introdujo la mezcla gaseosa, el agua se mantenía en ebullición y posteriormente se realizaba la condensación; las sustancias se mantenían a través del aparato mientras dos electrodos producían descargas eléctricas continuas en otro recipiente.
Después que la mezcla había circulado a través del aparato, por medio de una llave se extraían muestras para analizarlas. En éstas se encontraron, como se ha mencionado, varios aminoácidos, un carbohidrato y algunos otros compuestos orgánicos.
El experimento realizado por Miller y Urey indicó que la síntesis de compuestos orgánicos, como los aminoácidos, fue fácil en la Tierra primitiva. Otros investigadores –siguiendo este procedimiento y variando el tipo y las cantidades de las sustancias que reaccionan- han producido algunos componentes simples de los ácidos nucleicos y hasta ATP.
Esta experiencia abrió una nueva rama de la biología, la exobiología. Desde entonces, los nuevos conocimientos sobre el ADN y el ARN, el descubrimiento de condiciones prebióticas en otros planetas y el anuncio de posibles fósiles bacterianos encontrados en meteoritos provenientes de Marte, han renovado la cuestión del origen de la vida.
Arthur Schopenhauer nació el 22 de febrero de 1788 en el seno de una acomodada familia de Danzig. El padre de Arthur, Heinrich Floris Schopenhauer, fue un próspero comerciante que inició a su hijo en el mundo de los negocios, haciéndole emprender largos viajes por Francia e Inglaterra. Su madre, Johanna Henriette Trosenier, fue una escritora que alcanzó cierta notoriedad al organizar soirées literarias en la ciudad de Weimar. Tales reuniones le brindaron al joven Arthur la oportunidad de entrar en contacto con grandes personalidades del mundo cultural de su tiempo como Goethe y Wieland. Por lo demás, el carácter extrovertido y jovial de Johanna contrastaba con la hosquedad y misantropía de su hijo. De ahí que la relación entre ambos fuera bastante conflictiva. Este rasgo de la personalidad de Schopenhauer condicionó también el trato con su única hermana, Adele, nueve años menor que él.
En 1793, poco antes de que Danzig fuera anexionada a Prusia, la familia se trasladó a Hamburgo. Por expreso mandato paterno y a contramano de su propia vocación, Schopenhauer inició en 1805 la carrera de comercio en calidad de aprendiz. Ese mismo año murió su padre, presumiblemente por suicidio. No obstante todo, Arthur siempre llevó una buena relación con él, estima que aparece en sus escritos al agradecer que su independencia económica heredada de su progenitor le hubiera permitido llevar a cabo su verdadera vocación. Al morir Heinrich Floris, el resto de la familia se trasladó a Weimar. Es allí donde su madre decidió iniciar las ya mencionadas tertulias literarias. Arthur, sin embargo, permaneció en Hamburgo con el fin de ejercer la profesión de comerciante.
No obstante, poco antes de cumplir los veinte años de edad, Schopenhauer decidió abandonar definitivamente el comercio para emprender estudios universitarios. De este modo, en 1809, se matriculó como estudiante de Medicina en la Universidad de Gotinga, donde asistió a varios cursos. Allí conoció a Gottlob Schulze, un profesor de filosofía que le aconsejó emprender el estudio pormenorizado de Platón y Kant, para que luego lo complementara con la lectura de las obras de Aristóteles y Spinoza.
La lectura de estos autores despertó en Schopenhauer su vocación filosófica y en 1811 se trasladó a Berlín, donde estudió durante dos años, para seguir los cursos de Fichte y Schleiermacher. Sin embargo, ambos filósofos —muy en boga por aquel entonces— sólo consiguieron decepcionarlo. Algo parecido puede decirse de Schelling, a quien Schopenhauer leyó intensamente, como también a Fichte, en sus años de estudiante en Berlín. A pesar de haberse pasado a la facultad de filosofía, Schopenhauer también se matriculó en cursos de filología clásica y de Historia y asistió también a un buen número de cursos de ciencias naturales, pues consideraba que estos conocimientos ampliaban y reforzaban su formación filosófica.
Ante la inminencia de los combates en contra de la ocupación napoleónica, Schopenhauer abandonó Berlín y, tras una breve estancia junto a su familia en Weimar, decidió retirarse a Rudolstadt. Allí terminó de redactar su tesis titulada Über die vierfache Wurzel des Satzes vom zureichenden Grunde (Sobre la cuádruple raíz del principio de razón suficiente), escrito este que presentó en noviembre de 1813 y que le valió el título de Doctor por la Universidad de Jena.
Poco tiempo después regresó a la casa materna en Weimar, donde tuvo ocasión de vincularse con Goethe y de conocer al orientalista Friedrich Majer, quien lo introdujo en la antigua filosofía hindú.[2] La discusión con Goethe en torno a temas relacionados con la Teoría de los colores del poeta condujo a Schopenhauer a elaborar una teoría propia al respecto, que plasmó en su segunda obra, Sobre la visión y los colores, de 1816. Schopenhauer mostraría toda su vida una gran admiración por Goethe junto por Homero, Shakespeare y escritores del Siglo de Oro, especialmente Baltasar Gracián, a quien tradujo al alemán y a quien leía y citaba siempre en español.
De la fusión de las doctrinas brahmánicas y búdicas con las enseñanzas de Platón y Kant, había de surgir el núcleo del propio sistema schopenhaueriano, sistema éste que quedó definitivamente plasmado en su «obra capital» (Hauptwerk, denominada así por el mismo Schopenhauer) intitulada El mundo como voluntad y representación (título original: Die Welt als Wille und Vorstellung). Schopenhauer escribió su obra capital durante los cuatro años que residió en Dresde, concluyendo la redacción del manuscrito en 1818. Aunque la primera edición apareció de hecho en diciembre de 1818, se imprimió con la fecha de 1819, razón por la que generalmente la obra se data según la fecha que apareció impresa.
A pesar de las grandes expectativas que Schopenhauer había cifrado en su obra, ésta resultó un rotundo fracaso. Tanto fue así que, nueve años después de su aparición, todavía quedaban en los depósitos de la editorial Brockhaus ciento cincuenta ejemplares de una tirada de ochocientos, muchos de los cuales, a su vez, habían sido reciclados en lugar de venderse.
Entre los años 1818 y 1819, Schopenhauer viajó por Italia y visitó las ciudades de Florencia, Roma, Nápoles y Venecia.
En el verano de 1819, a raíz de una crisis financiera sin mayores consecuencias, se vio obligado a retornar a Alemania. Una vez allí, decidió entrar en la docencia. Fue admitido como profesor en la Universidad de Berlín, donde comenzó a dictar clases en marzo de 1820 como Privatdozent. Según una anécdota relatada por el propio Schopenhauer, su examen de habilitación estuvo marcado por su confrontación con Hegel, quien se hallaba en el tribunal.
Con la expresa intención de competir con Hegel, que a la sazón se estaba convirtiendo a todo efecto el filósofo oficial de la nación y gozaba de una creciente popularidad, Schopenhauer hizo coincidir el horario de sus cursos con los de aquél, aunque sin éxito alguno. Su fugaz paso por los claustros duró sólo seis meses.
Schopenhauer emprendió, en 1822, un nuevo viaje a Italia. Más tarde, en 1825, regresó a Berlín, donde intentó infructuosamente regresar a la docencia.
En 1831, huyendo de una epidemia de cólera —que ese mismo año había de cobrarse la vida de Hegel—, Schopenhauer se radicó en Frankfurt, donde llevó una vida apacible y recluida durante los últimos 28 años de su vida.
Después de una década y media sin nuevas publicaciones, en 1836 se decidió de nuevo a llevar un escrito a las prensas: Sobre la voluntad en la naturaleza, donde se esforzaba por mostrar las coincidencias de los resultados recientes de diversas ciencias con las doctrinas de su filosofía. El año siguiente, presentó la memoria Sobre la libertad de la voluntad a un concurso abierto por la Real Sociedad Noruega de las Ciencias, siendo premiada en enero de 1839. No tuvo la misma suerte su memoria Sobre el fundamento de la moral, ya que la Real Sociedad Danesa de las Ciencias, indignada por las invectivas contra Hegel y Fichte que se hallaban en la obra, prefirió dejar desierto el premio. Las dos memorias fueron reunidas y publicadas en 1841 bajo el título común Los dos problemas fundamentales de la Ética.
En 1844 vio la luz la segunda edición de su obra capital, considerablemente aumentada con diversas adiciones y con un segundo tomo con cincuenta nuevos capítulos. La publicación dio lugar a algunas reseñas y a que comenzaran a aparecer seguidores, de entre los cuales cabe destacar a Julius Frauenstädt. Dado que la tesis doctoral, considerada por Schopenhauer la «introducción» ideal a su sistema, no se hallaba disponible, emprendió su segunda edición (1847), sometiendo la obra a severos cambios.
Más tarde, en 1851, apareció una colección de ensayos y aforismos publicada bajo el nombre de Parerga y paralipómena. Esta obra le permitió a Schopenhauer alcanzar finalmente la repercusión y el renombre que por tanto tiempo le habían sido negados. En 1854 se reeditaron el escrito de 1816 sobre los colores y Sobre la voluntad en la naturaleza, ambos con abundantes adiciones y cambios. La tercera y última edición de El mundo como voluntad y representación tuvo lugar, en fin, en 1859. Otras reediciones (Parerga y Paralipómena, Sobre la cuádruple raíz del principio de razón suficiente) fueron realizadas póstumamente de la mano de J. Frauenstädt, siguiendo indicaciones de Schopenhauer.
Schopenhauer murió como consecuencia de un paro cardiorrespiratorio el 21 de septiembre de 1860.
Fuente: Wikipedia
Entre los documentos presentados como prueba en los Juicios de Núremberg se encontraba una pequeña libreta que perteneció a la escolar Tania Sávicheva, de Leningrado. Hay fechas en seis páginas, con una muerte asociada a cada una. Seis páginas — seis muertes. Nada más, solo notas breves y concisas y una observación final:
Tania Sávicheva era la más joven de la familia de un panadero, Nikolái Rodiónovich Sávichev, y una costurera, Mariya Ignátievna Sávicheva. Su padre murió pronto, cuando Tania tenía solo seis años, dejando a Mariya Sávicheva con cinco hijos — tres niñas, Tania, Zhenia y Nina, y dos niños, Mijaíl y Leka. La familia planeó pasar el verano de 1941 en el campo, pero la invasión de la Unión Soviética por parte de Alemania el 22 de junio arruinó sus planes. Todos, excepto Mijaíl, que ya se había marchado, decidieron quedarse en Leningrado. Todos ellos trabajaron para apoyar al ejército. Mariya Ignátievna cosió los uniformes, Leka trabajó como cepillador en la Fábrica del Ministerio de Marina, Zhenia en la fábrica de munición, Nina en la construcción de las defensas de la ciudad. El tío Vasia y el tío Lesha sirvieron en la defensa antiaérea. Tania, que entonces tenía solo once años, cavaba las trincheras y ponía fuera las bombas incendiarias.
Un día Nina fue a trabajar y no regresó. La enviaron al lago Ládoga y después fue evacuada urgente. La familia no estaba consciente de esto y pensó que había muerto.
Tras unos días, en memoria de Nina, Mariya Ignátievna le dio a Tania una pequeña libreta que había pertenecido a su hermana y que se convertiría después en el diario de Tania. Tania tuvo un auténtico diario una vez, un cuaderno grueso en el que anotaba todo lo importante que le sucedía. Lo quemó cuando ya no había nada más para alimentar la estufa en invierno, pero conservó la libreta de su hermana.
El primer registro tiene fecha de 28 de diciembre. Zhenia se levantaba cada día cuando aún no había amanecido. Caminaba siete kilómetros hasta la fábrica, en la que trabajó durante dos turnos cada día haciendo carcasas para minas. Después del trabajo donó su sangre. Su débil cuerpo no pudo aguantar. Murió en la fábrica en la que trabajaba. Posteriormente murió Yevdokiya Grigórievna, la abuela. Después el hermano de Tania, Leka. Y, uno tras otro, el tío Vasia y el tío Lesha. Su madre fue la última. Probablemente en ese momento Tania pasó las hojas e hizo la última anotación.
En agosto de 1942, 140 niños fueron rescatados de Leningrado y llevados a la aldea de Krasni Bor. Todos sobrevivieron... excepto Tania. Anastasiya Kárpova, una profesora en el orfanato de Krasni Bor, le escribió a Mijaíl, hermano de Tania, que fue afortunado por encontrarse fuera de Leningrado en 1941: "Tania está viva, pero no tiene buen aspecto. Un médico, que la visitó hace poco, dijo que está muy enferma. Necesita descanso, cuidados especiales, nutrición, un mejor clima y, lo más importante de todo, cariño maternal". En mayo de 1944 la enviaron al hospital de Shatkovski, en el que murió tan solo un mes después, el 1 de julio de 1944.
Nina Sávicheva y Mijaíl Sávichev volvieron a Leningrado después de la guerra. El diario de Tania Sávicheva se exhibe ahora en el Museo de Historia de Leningrado, y una copia se exhibe en el Piskarevski Memorial Cemetery.