El inconsciente como agente interno homuncular es seductor por su aire animista, pero no explica (tiene las mismas características de la persona). Los eventos privados son válidos dentro de una explicación, pero también hay que explicarlos.
En la psicología empírica se usa el término como adjetivo, no como entidad: se llama inconscientes a las conductas que no reciben atención, y en el caso de causas inconscientes es más claro decir desconocidas (que evita imaginarlas en un supuesto depósito oculto). Aunque la psicología empírica acepta que existen muchos procesos no conscientes, rechaza la concepción del inconsciente como un reservorio que contiene motivos, deseos, preferencias, etc. Loftus y Klinger lo llaman ¨inconsciente tonto¨, porque los procesos parecen ser automáticos y poco complejos, a diferencia del inconsciente agencial y complejo.
La idea de inconsciente tiene una historia previa a Freud en autores que plantean la percepción no consciente (Leibniz, Herbart, Helmholtz, Nietzche). En sucesivas investigaciones (Bruner, Erdelyi, Kihlstrom, Greenwald) se estudió la percepción no consciente. Los resultados fueron:
1. Si bien hay pruebas de reacciones no conscientes, estas no parecen exceder cierto nivel de complejidad (son actos simples e inflexibles)
2. Se explican mejor como sesgos de respuesta, en términos de selectividad y filtros, que no implican un procesamiento de información complejo e intencional (censura, defensa, represión, etc.)
3. No hay apoyo para el bagaje conceptual que acompaña la idea psicoanalítica de inconsciente (como un agente, homuncular, isomorfo al yo, capaz de decidir). Los procesos no conscientes parecen ser poco complejos e inflexibles (de tipo automático), y no un sistema intencional isomorfo al yo pero no consciente (concepción que, además de no recibir apoyo empírico, ya de por sí es homuncular).
Greenwald plantea la metáfora de los filtros de email, que descartan mensajes por rasgos superficiales sin precisar ¨entender¨ el mensaje o la razón por la cual es amenazador o indeseado. Lo mismo ocurre con la percepción selectiva (que explica fenómenos como el autoengaño, la defensa perceptual o la negación). Esto evita también la paradoja (si uno lo interpreta como una instancia que engaña a otra) de saber algo y no saberlo a la vez (¨un saber no sabido¨)
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