miércoles, mayo 17, 2006

Falencias Psicoanalistas parte 2

2.1. Constructivistas (teoría del aprendizaje social de Bandura, constructivismo social)

La teoría psicoanalítica sostiene que algunos procesos psíquicos ocurren de cierta forma debido a un determinante biológico fijo (y no relativo a la cultura o contexto social), y justifica ciertas ideologías y valores en base a un supuesto origen biológico.

Sostiene esa postura sobre los roles de género explicados como esencias (la mujer tiene un superyo débil debido al edipo y a la ¨diferencia anatómica de los sexos¨), sobre la homosexualidad (aunque se postula una bisexualidad latente universal, se considera a la homosexualidad una ¨detención en el desarrollo libidinal¨, mientras que a partir del Informe Kinsey se difunde una concepción relativista social), con las ¨estructuras psicopatológicas¨ y ¨enfermedades mentales¨ (tanto las que describe Freud como las que propone el DSM, ver las críticas de Szasz sobre la relatividad cultural del concepto), etc. Estas críticas enfatizan la relatividad cultural de estos valores, por ejemplo la homosexualidad era aceptada en Grecia, los roles sexuales se explican más por el aprendizaje social (Bandura) que por las diferencias anatómicas sexuales, etc.

Por otro lado, la idea de ¨neutralidad¨ es una negación de la responsabilidad del terapeuta en cuanto a los valores en los cuales inevitablemente basa su práctica. El psicoanálisis no es ¨neutral¨, nace ya con rasgos de distintas ideologías: sexista (hay esencias o naturalezas de cada género), liberal-hobbesiana (¨el hombre es naturalmente egoísta¨, ¨el psicoanálisis no sirve para los incultos¨), médica (el poder del analista para interpretar, las metáforas de ¨síntoma¨, ¨patología subyacente¨, ¨resistencia¨), universalista ("estos mecanismos son iguales en toda cultura"), etc.

El objetivo no debería ser la neutralidad, que es por otro lado imposible, sino una ética responsable, la conciencia de los propios valores, el respeto a los valores del otro y la capacidad de cuestionar los puntos de vista propios y ajenos. El problema de la falsa neutralidad es que sostiene una distribución de poderes en base a una ficción reificada (el inconsciente). (Ver Wittgenstein: la razón de ser del inconsciente es permitirle al analista hacer interpretaciones). Muchas concepciones del psicoanálisis son esencialistas y etnocéntricas: ignoran el contexto sociocultural del problema e imponen en forma acrítica la visión de una clase social y una cosmovisión teórica. Por ejemplo, las "estructuras psíquicas" se plantean como esencias estigmatizantes, estáticas, con connotaciones morales (a menudo se considera perversión a las minorías sexuales, psicosis a los excluidos sociales, se culpabiliza a la víctima refiriendo a supuestos deseos inconscientes, etc.).

Otro ejemplo son las teorías sobre la identidad y orientación sexuales, que Freud explica en base a las diferencias anatómicas de los sexos, ignorando las contingencias socioculturales. Esta visión resulta normalizadora, naturalista, esencialista y reaccionaria (concibe un escaso margen de variación), y fue criticada por muchos autores (constructivistas, antropólogos, feministas, queer theory, etc.). La alternativa a esa postura, consiste en utilizar las teorías generales del aprendizaje individual y social (Skinner, Bandura, Guerin), y en ese marco comprender la particularidad de cada historia individual y cada contexto sociocultural.

3. Filosofía de la mente: principalmente las críticas se dirigen a la concepción cartesiana de la mente (Wittgenstein, Ryle), y se puede extender a gran parte (pero no la totalidad) de la psicología cognitiva. Se le critica: postular objetos internos, usar pseudoexplicaciones por disposiciones, describir homúnculos, confundir razones y causas.

3.1. Concepción cartesiana.

El psicoanálisis acepta la concepción cartesiana de la mente (lo que Ryle llama ¨la leyenda de los dos mundos¨ y ¨el mito del fantasma en la máquina¨): una mente compuesta por objetos mentales (creencias, deseos, etc.), observados y procesados por homúnculos. Como ejemplo cito a Freud: ¨Asimilamos el sistema del Inconsciente con una gran antecámara en la cual forcejean las mociones psíquicas de los seres vivos. Junto a esta antecámara hay otra habitación más estrecha, como una especie de salón en el cual se hospeda también la conciencia. Pero en el umbral de la puerta que separa estas dos habitaciones vela un guardián que inspecciona cada una de las mociones psíquicas, ejerce la censura sobre ellas y les impide entrar al salón si no le gustan.

Puedo asegurar que la concepción de los dos locales, con el guardián que permanece en el umbral que hay entre las dos habitaciones y la conciencia como un espectador colocado en el extremo de la segunda habitación, proporciona una muy buena aproximación del estado real de las cosas¨.

3.2. Homúnculos.

La idea de personas dentro de la persona (homúnculos: subsistemas con cualidades idénticas que la persona) es parte de la concepción cartesiana. La explicación homuncular no hace más que retroceder un paso: el homúnculo tiene las características de la persona, por lo cual no la explica. (Esta crítica es aplicable a parte del cognitivismo).

Claramente plantea una regresión al infinito: si se explica que la persona percibe remitiendo a una conciencia-espectador interno, para explicar cómo percibe ese espectador la remitiremos a otro espectador aún más interno. De estas paradojas que se originan en una metáfora errónea se entiende por qué el psicoanálisis se consideró una ¨psicología profunda¨: siempre lleva a remitirse a algo aún más ¨abajo¨ o más ¨atrás¨ (por ejemplo los mitos de origen de la cultura, de la neurosis o de la vivencia de placer originaria). Sólo tiene sentido hablar de consciente o inconsciente respecto a la persona como totalidad, y no de un homúnculo respecto a objetos mentales en un depósito.

Cuando se habla de esa manera el sentido es metafórico y refiere a la conducta: qué sentido más que metafórico y disposicional (¨actúa como si lo sintiera¨) podría tener hablar de ¨dolor inconsciente¨?

3.3. Pseudoexplicaciones y disposiciones.

La explicación que remite a una disposición es pseudoexplicación, por ejemplo ¨el opio duerme porque es dormitivo¨ (dormitivo significa que hace dormir), la explicación es circular. Eso ocurre con los términos disposicionales como superyo fuerte o débil, catexis libidinal en tal objeto, tipos de personalidad, etc. Son descripciones de conductas y disposiciones de conducta. Su uso es válido en sentido descriptivo, pero no explicativo.

Para explicarlos es necesario remitir a un evento que lo influencie y pueda considerarse variable independiente: el contexto de la conducta, los antecedentes y consecuentes, la historia de aprendizaje, las disposiciones genéticas. Si no se retrocede más allá de la atribución de estados mentales, no sólo no se explica la conducta sino que se comete el error de ¨culpar a la víctima¨: focalizarse en atribuir la conducta a un rasgo estable de carácter, en lugar de explicarlo por la historia y generar capacidades alternativas. Este error de la pseudoexplicación también ocurre en otras teorías, por ejemplo cuando se considera que un rasgo de personalidad, un trastorno mental o un coeficiente de inteligencia explica alguna conducta.

Todos esos conceptos son válidos y pueden ser útiles, siempre que se los trate como descripciones de disposiciones conductuales. Otro campo en donde existe este peligro es el de los tests psicométricos y proyectivos: no hay que olvidar que detectan la probabilidad de ciertas conductas, y no una esencia, que su grado de correlación con otras conductas debe ponerse a prueba también y no darla por hecho (por ejemplo entre dibujar ciertos ojos y las conductas paranoicas), y que en ningún caso es explicativo (siempre refieren a probabilidades de conducta).

3.4. Objetos internos.

Wittgenstein plantea que vemos los estados mentales en lo que la otra persona hace (no especulamos sobre sus supuestos mundos inmateriales: reconocemos lo que siente, y lo tratamos en consecuencia).

No soy de la opinión de que tiene un alma (no dudo: tal vez tiene, tal vez no), sino que mi actitud hacia él es hacia un alma (es decir no lo trato como a una cosa, ni se me ocurre hacerlo). No hay objetos mentales, el error surge por pensar que los términos psicológicos funcionan igual que los términos físicos, que si una mesa es una cosa, una emoción o la conciencia también son cosas. Wittgenstein dice que no son cosas, pero tampoco son una nada, son usos o construcciones del lenguaje, y el lenguaje no siempre es referencial y no siempre describir significa lo mismo.

Algunas de las palabras psicológicas son disposicionales, así ser inteligente no es algo interno y oculto, es una capacidad de hacer cosas de la manera que se considera adecuada, y la conciencia no es un lugar interno, sino la capacidad de responder de cierta manera a ciertos estímulos. Esto lo explica Ryle: decir que un vaso es rompible es decir que dadas ciertas condiciones se rompería, y no es algo que podamos observar ahora, sino sólo en esas condiciones (ser rompible es una propiedad disposicional). Esto que resulta claro en ese ejemplo se suele olvidar cuando usamos términos psicológicos y los pensamos como cosas en la cabeza pero ocultas a la observación. Como dice Kantor, dentro de la cabeza sólo hay tejido nervioso, la mente (ideas, representaciones, etc.) está en la conducta y no en la cabeza.

Otras palabras psicológicas refieren a conductas que pueden no ser observables por otras personas (Skinner las denomina ¨eventos privados¨): diálogo interno, imaginación, emoción, percepción propio e interoceptiva, atención sensorial. Algunas de ellas son en parte observables y en parte no (emoción, atención). En el caso del diálogo interno, las conductas son inicialmente observables e interpersonales y la persona aprende luego a ocultarlas y dirigirlas a sí mismo, pero no hay una diferencia esencial de su función. Son conductas que se aprenden en un contexto social (Vygotski, Bandura, Skinner).

Existen varios conceptos relacionados con la concepción cartesiana de la mente, que llevan a confusión y requieren análisis: interno-externo, público-privado, manifiesto-encubierto, físico-mental, observable-no observable.

Acerca de la distinción interno-externo: toda conducta es en realidad ¨interna¨ al organismo, lo externo es su efecto. Si hablamos de la facilidad de observar efectos no es una oposición dual sino una gradación.

Como señala Kantor, lo oculto de un acto no debería inducir a pensar en él como una cosa mental, porque nada podría estar más escondido de la observación que el acto de la digestión. Dice Ryle que, como solemos pensar en silencio, muchos piensan que ese silencio es la esencia definitoria del pensamiento y que a veces lo hacemos público, pero el silencio no es esencial sino un artificio a menudo conveniente para ocultar lo que inicialmente es público. Dice Vygotski que el niño aprende las conductas primero a nivel social y luego a nivel individual, primero entre personas y luego consigo mismo (intrapsíquico), y las funciones superiores se originan como relaciones interpersonales. Mediante distinción de términos psicológicos la comunidad lingüística clasifica formas particulares de interacción de una persona consigo misma y con otras.

Privado a veces refiere a lo característico, singular, propio, específico de alguien. En este sentido es tan privado mi pensamiento como mi manera de tocar el piano (conducta observable o no por otros), y no debería provocar mayor sorpresa el hecho de que alguien responde a sus estímulos privados que pensar que ¨Francia no puede tener la historia de Inglaterra¨. Público a veces refiere a algo consensuado y convencional. En ese sentido, toda descripción lingüística, aún no observable como hablarse a sí mismo en silencio, es un evento público.

La conducta se puede definir como un evento del organismo (algo que puede ocurrir o no, y puede determinarse de alguna manera su ocurrencia, a diferencia de los términos que no aluden a acontecimientos singulares) que tiene relaciones funcionales, que puede entenderse como respuesta (reactiva en relación al antecedente, conducta respondiente) y/o como acción (activa en relación a los efectos, conducta operante).

El efecto puede operar cambios sobre el objeto de estímulo y sobre el propio organismo. La conducta puede ser o no observable para otros, también son conducta los pensamientos o emociones. Los estímulos con los cuales se relaciona la conducta pueden estar presentes en lo inmediato o no (en cuyo caso la relación es implícita, a través de un estímulo presente que lo sustituye y con el cual se aprendió una relación).

Aunque no haya objetos mentales, sí es cierto que los enunciados mentales difieren de los físicos y que existe cierta ambigüedad respecto a la atribución de algunos estados mentales, pero a través de las reglas que impone cada contexto cultural y cada aprendizaje individual para usar cada término psicológico (por ejemplo, hasta qué punto lo que una persona llamaría ¨amor¨ coincide con lo que otra persona de la misma u otra comunidad llamaría ¨amor¨?). Este es un terreno válido para una construcción conjunta de significados, del cual pueden hacer uso a su modo las distintas escuelas de psicoterapia.

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